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1“Este es un paso que separa a los hombres de los muchachos”. —Así piensa un clérigo muy querido y gran amigo de los A.A. (Padre Ed: Edward Dowling). Dice que la persona que tiene la suficiente buena voluntad y honradez para aplicar una y otra vez a sus defectos el Sexto Paso “sin reservas de ningún tipo” ha avanzado mucho espiritualmente y por lo tanto, merece que se diga de él que es una persona que está tratando sinceramente de crecer a la imagen de su propio Creador—. 2—Desde luego que la frecuente y discutida pregunta de que si Dios puede y lo hará bajo ciertas condiciones, eliminar defectos de carácter, tendrá una respuesta afirmativa de parte de casi cualquier miembro de A.A. Para ellos esta propuesta no es una teoría; para ellos será tal vez, el hecho más importante de sus vidas. Frecuentemente escucharemos a ellos referirse así—. Probablemente me encontraba vencido, absolutamente derrotado. Mi fuerza de voluntad no me servía de nada para vencer al alcohol. Los cambios de ambientes, los mejores esfuerzos de mi familia y mis amigos. Médicos y clérigos resultaron inútiles contra mi alcoholismo. Sencillamente no podía dejar de beber, y nadie podía lograr que dejara de hacerlo. Pero cuando estuve dispuesto y le pedí a un Poder Superior, Dios tal como yo lo concebí, que me liberara de mis defectos, mi obsesión por beber desapareció. Me la arrancó. 3—Esta clase de testimonios se oyen a diario en las reuniones de A.A. en todo el mundo. Cualquiera puede ver claramente que cada miembro sobrio de A.A. ha sido liberado de esa obsesión pertinaz y potencialemente fatal. Así es que de una manera concreta y literal todos los miembros de A.A. “estuvieron dispuestos” a dejar que Dios eliminase de sus vidas la obsesión por el alcohol, y Dios procedió a hacer eso exactamente—. 4Una vez que se nos ha liberado del alcohol de una manera real y reveladora. ¿Por qué no podremos lograr por el mismo medio, una liberación de cada uno de nuestros defectos? Esta es una incógnita de nuestra existencia, la respuesta solamente la conoce Dios. A pesar de todo, podemos darnos cuenta en parte, de la respuesta cuando menos. 5—Cuando los seres humanos se saturan de alohol a tal grado que destruyen sus vidas, están cometiendo un acto anti-natural. Están desafiando a su instinto de conservación y parece que están empeñados en destruirse. Van en contra de su instinto más hondo. Al ser humillados por la terrible paliza que les propinó el alcohol, la gracia de Dios puede llegar a ellos y liberarlos de su obsesión. Aquí su instinto poderoso de vivir puede colaborar de lleno con el deseo de su Creador de darles una nueva vida. Porque, tanto la naturaleza como Dios, aborrecen el suicidio—. 6—Toda persona normal quiere por ejemplo comer y reproducirse, y ser alguien en la sociedad. Desea estar razonablemente a salvo y seguro, mientras trata de conseguir sus fines. Ciertamente Dios lo hizo así y no lo creó para que se destruyera con el alcohol; y sin embargo sí lo dotó de instintos que lo ayudaran a sobrevivir—. 7No hay prueba en ninguna parte de que nuestro Creador espere que eliminemos totalmente los impulsos de nuestros institntos. Hasta donde sabemos, no hay constancia de que Dios haya removido de ningún ser humano todos sus impulsos naturales. 8Como la mayoría de nosotros nace con abundancia de deseos naturales, no es raro que frecuentemente dejemos que éstos excedan su propósito. Cuando nos conducen a ciegas o exigimos caprichosamente que estos deseos nos proporcionen más satisfacciones o placeres de lo que es posible, o de lo que es debido, es el momento en que nos apartamos del grado de perfección que Dios desea para nosotros. Esta es la medida de nuestros defectos de carácter o si se prefiere de “pecados”. 9Si se lo pedimos Dios podrá perdonar nuestra desidia y descuido, pero en ningún caso nos dejará blancos como la nieve si no aportamos nuestra colaboración. Eso es algo que se supone que nosotros estamos dispuestos a esforzarnos por lograr. El solamente pide que tratemos lo mejor que podamos de avanzar en la formación de nuestro carácter. 10Así es que el Sexto Paso estuvimos dispuestos a dejar que Dios eliminase nuestros defectos de carácter, es la forma en que A.A. expresa lo que es la mejor actitud posible, que podamos contraer para empezar esta tarea de toda la vida. Esto no quiere decir que se espere que todos nuestros defectos de carácter serán eliminados, como lo fue nuestro impulso de beber. Puede que algunos sí, pero tendremos que conformarnos con mejorar pacientemente en lo que respecta a la mayoria de ellos. Las palabras “enteramente dispuestos” nos señalan el hecho de que; aspiramos a lo mejor que conozcamos o podamos conocer. 11¿Cuántos de nosotros estamos dispuestos a mejorar en este grado? En un sentido absoluto, nadie. Lo mejor que podemos hacer con toda la honradez que podamos tener, es tratar de mejorar. Aún así, los mejores de nosotros descubrimos con decepción, que siempre hay un momento crítico en el que nos detenemos y decimos “No, esto aun no lo puedo dejar” y pisamos frecuentemente terreno mas peligroso cuando nos resistimos: “Esto no lo dejaré nunca”. Tal es la fuerza que tienen nuestros intintos para imponerse. A pesar del progreso logrado, habrá deseos que se opongan a la gracia de Dios. 12—Algunos de los A.A que creen haber hecho bien el Sexto Paso, tal vez contradigan esto. Así que como A.A. profundizaremos en eso. Casi cualquiera siente el deseo de liberarse de sus impedimentos más notorios y destructivos. Nadie quiere ser tan orgulloso que se le califique de jactancioso, ni tan ambicioso que se le llame ladrón. Nadie quiere encolerizarse al grado de matar, ni ser lujurioso hasta llegar al rapto. Nadie quiere ser tan glotón que arruine su salud, ni sentir el malestar crónico que produce la envidia, o quedarse paralítico por la pereza. Desde luego que la mayoría de los A.A. no sufre de estos defectos en ese grado tan exagerado—. 13Los que hemos evitados llegar a estos extremos estamos propensos a felicitarnos por ello. Sin embargo ¿podemos hacerlo? Después de todo ¿no ha sido el egoísmo puro y simple lo que nos ha evitado no llegar a esos extremos? No hay un esfuerzo espiritual real de por medio, al evitar los excesos por los que se nos castigaría de cualquier manera. ¿Pero en donde nos encontramos cuando se trata de los menos ruines de esta misma clase de defectos?. 14Lo que debemos reconocer ahora, es que gozamos con algunos de nuestros defectos. En realidad aún los queremos. Por ejemplo: ¿A quien no le agrada sentirse un poco superior (orgullo) y aún mas superior que los demás? ¿No es cierto que dejamos que la codicia (avaricia) se ponga la máscara de nuestros anhelos? No es verdad que hablamos de amor y hasta creemos lo que decimos para poder ocultar la lujuria en un rincón oscuro de nuestra mente? (lujuria). Y aún manteniéndonos dentro de los límites permitidos, tenemos que admitir que nuestras aventuras imaginarias están llenas de fantasías románticas. 15Podemos hasta gozar de un estado colérico (ira) que creemos es justificado. Puede causarnos satisfaccion el hecho de que muchas personas nos resulten odiosas, porque nos da un sentido de superioridad. De una manera perversa, una forma sutil de matar la personalidad del individuo es la murmuración incitada por la ira. En este caso no estamos tratando de ayudar a los que criticamos, sin darnos cuenta estamos divulgando nuestra hipocresía. 16Cuando la glotonería (gula) no nos llega a un grado ruinoso, usamos un término moderado para calificarla: buen gusto. Vivimos en un mundo contagiado de envidia. Esta afecta a todos en mayor o menor grado. Es de suponerse que de este defecto procede una satisfacción desviada. De otra manera ¿Por qué perdemos tanto tiempo deseando, lo que no tenemos en vez de emplear ese tiempo en tratar de obtenerlo (envidia), o peor aún, estar buscando torpemente atributos que nunca tendremos, en vez de adaptarnos a la realidad y los hechos, y vivir con ellos? ¿Y cuantas veces no trabajamos arduamente para conseguir esa seguridad y holgazanería a lo que llamamos “retirarnos de la vida activa?” (pereza). Consideremos también la astucia que tenemos para demorar lo que tenemos que hacer, y no lo hacemos por pereza. Casi cualquiera puede hacer una larga lista de estos defectos, y pocos de nosotros pensaríamos seriamente en renunciar a ellos, cuando menos hasta que no empezaran a hacernos muy infortunados. 17—Desde luego que algunos llegan a la conclusión de que ya están preparados para que Dios los libere de sus defectos. Pero aún estas personas, si hacen una relación de los defectos menos graves, se verán obligadas a admitir que prefieren quedarse con algunos de ellos—. Por consiguiente, parece claro que pocos de nosotros podamos llegar rápida o fácilmente a estar preparados para aspirar a una perfección moral o espiritual; queremos negociar con solamente el grado indispensable de perfección que se necesite para irla pasando. Así es que la diferencia entre “muchachos” y “hombres”, es la diferencia entre luchar por obtener un ideal limitado de nuestro ego, y luchar por obtener el ideal perfecto que es Dios. 18Muchos preguntaremos en el acto ¿Cómo podemos aceptar lo que implica el Sexto Paso? Eso sería la perfección. Esta parece una pregunta difícil, pero en realidad no lo es. Solamente se puede practicar a la perfección el Primer Paso, en el que hicimos una admisión total de que éramos impotentes con el alcohol. Los siguientes Once Pasos restantes exponen ideales perfectos. Son metas a las que aspiramos e instrumentos que sirven para medir nuestro progreso espiritual. Visto bajo este aspecto, el Sexto Paso todavía resulta difícil pero de ninguna manera imposible. Lo que apremia es empezar y seguir perseverando. 19Si en la aplicación de este Paso conseguimos alguna ventaja primordial en la solución de algunos problemas no relacionados con el alcohol, necesitaremos empezar de nuevo con la mente más abierta. Necesitaremos mirar hacia la perfección y estar preparados a marchar en esa dirección. Poco importa que a veces tropecemos, lo que importa es estar listos. 20Mirando de nuevo aquellos defectos de los que todavía no queremos desprendernos, debemos disipar los límites rígidos que nos hemos marcado. En algunos casos tal vez todavía tendremos que decir: “Esto no lo puedo dejar todavía”, pero no debemos decir “Esto no lo dejaré nunca”. 21Vamos a cerrar lo que parece ser un final peligrosamente entreabierto. El propósito de este Paso es que necesitamos estar completamente dispuestos a aspirar a la perfección. Sin embargo, hacemos notar que cierto grado de demora es perdonable—. El alcohólico que busque la explicación razonada de la palabra demora, fácilmente la interpretará como largo plazo. Podrá decir: —Esto es muy fácil, seguramente que me encaminaré hacia la perfección, pero no tengo por que apresurarme. Tal vez pueda posponer el tener que enfrentarme a algunos de mis defectos. —Desde luego esto no da resultados satisfactorios. Esta manera de engañarse a sí mismo no conduce a ninguna parte—. Por lo menos, tendremos que luchar contra nuestros peores defectos de carácter y tomar medidas activas para extraerlos lo más pronto posible. 22En el momento que decimos: ¡No, nunca! Nuestra mente se cierra a la gracia de Dios. En este punto debemos abandonar el ideal limitado de nuestro ego, y encaminarnos a lo que es la voluntad de Dios para con nosotros. La demora es peligrosa y la rebeldía puede ser fatal.