SEPTIMO PASO
HUMILDEMENTE LE PEDIMOS QUE NOS
LIBERASE DE NUESTROS DEFECTOS
1Como este paso de ocupa de la *Humildad específicamente, debemos estar preparados para considerar lo que es la humildad, y lo que practicarla puede significar para nosotros.
*Humildad: La Verdad. Orgullo: La Mentira
2—El logro de un mayor grado de humildad es, verdaderamente la base fundamental de cada uno de los Doce Pasos de A.A. Porque sin cierto grado de humildad, ningún alcohólico podrá conservarse sobrio. Casi todos los A.As. se han dado cuenta de que a menos que se desarrolle esta preciada cualidad, mas de lo que es indispensable para la sobriedad, todavía no tendrán la oportunidad de llegar a ser verdaderamente felices. Sin la humildad su vida no tiene un fín útil, o en la adversidad no podrán invocar la fe que es necesaria para afrontar ciertas emergencias—.
3La humildad como palabra y como ideal, en nuestro mundo es de mucha incomprensión. No solamente no se comprende el significado, sino que la palabra no es del agrado de mucha gente. Cantidad de personas no tienen ni siquiera un conocimiento superficial de lo que es la humildad y lo que significa en nuestra manera de vivir. En muchas de las conversaciones que escuchamos a diario, y en mucho de lo que leemos, sobresale el orgullo que siente el hombre por sus hazañas y logros.
4—La fantasía de todo ser humano es; que con su gran inteligencia, los científicos le han estado arrancando sus secretos a la naturaleza y, los inmensos recursos que en la actualidad están siendo controlados prometen tal cantidad de beneficios materiales, que muchos han llegado a creer, que tendremos por delante toda una vida forjada por el hombre. Se creé que desaparecerá la miseria y habrá tal abundancia de manera que todos tendrán seguridad y todas las satisfacciones que se anhelen. La teoría parece basarse en que una vez satisfechos los instintos primitivos de todos los seres humanos, no habrá motivos para pelearse. El mundo será feliz entonces y libre para concentrarse en el engrandecimiento de la cultura y el cultivo de la personalidad. Los hombres habrán labrado su destino bastándose con su inteligencia y sus fuerzas—.
5Estamos seguros que ningún alcohólico y menos aún un miembro de A.A. menosprecia los logros de orden material. No discutimos con los que todavía se aferran a la creencia de que la satisfacción de nuestros deseos naturales es el objetivo principal en la vida. Pero estamos seguros de que no hay en el mundo ninguna clase de gente que haya tenido resultados tan desastrosos en la aplicación de esta fórmula, como los alcohólicos. Por muchos años nosotros los alcohólicos hemos estado exigiendo más de lo que nos corresponde a aventura, prestigio y seguridad (sexo, poder y dinero). Cuando parecía que estábamos teniendo éxito, bebíamos para soñar con grandezas. Cuando nos desengañábamos, aunque fuera parcialmente bebíamos para olvidar. Nunca nos saciábamos.
6Lo que malograba todos nuestros esfuerzos, aún los bien intencionados, era la falta de humildad. Nos había hecho falta la perspectiva necesaria para ver que la formación de la personalidad y los valores espirituales, están en primer término y que las satisfacciones de orden material están en segundo lugar, y que no son un objetivo primordial en la vida. Muy característicamente nos habíamos desviado por completo al confundir los medios con los fines, en vez de considerar la satisfacción de nuestros deseos materiales como medios para existir y funcionar como seres humanos. Habíamos considerado estas satisfacciones como una meta final en la vida.
7Ciertamente muchos de nosotros pensábamos que cierta forma de conducta era obviamente necesaria para conseguir la satisfacción de nuestros deseos. Con un despliegue adecuado de honradez y moralidad, nos sería fácil conseguir lo que deseáramos en realidad. Pero cuando teníamos que escoger entre nuestro carácter y nuestra comodidad, hacíamos a un lado lo concerniente al desarrollo de nuestro carácter y nos enfrascábamos en la búsqueda de lo que creíamos era felicidad. Pocas veces le dimos importancia al hecho de mejorar nuestro carácter. Nunca procuramos que la base de nuestras vidas cotidianas fuera la honradez, la tolerancia y el amor auténtico a Dios y a nuestros semejantes.
8Esa falta de firmeza a cualquiera de los valores importantes, esa ceguera que nos impedía ver la verdadera finalidad de nuestras vidas, producían otro mal resultado. Porque mientras estuviéramos convencidos de que podíamos vivr solamente a base de nuestra inteligencia y de nuestras fuerzas individuales, sería imposible tener una fe en un Dios. Esto fue cierto hasta cuando empezamos a creer en la existencia de El. En realidad llegamos tener ciertas creencias religiosas fervorosas, pero resultaron inútiles. Por que mientras pusiéramos en primer lugar la confianza en nosotros mismos, no sería posible tener confianza genuina en un Poder Superior. Faltaba uno de los ingredientes importántes de la humildad: el deseo de hacer la voluntad de Dios.
9Para nosotros fue increíblemente doloroso el proceso de ganar en un aspecto nuevo en nuestra vida. Solamente a costa de repetidas humillaciones, nos vimos forzados a aprender algo acerca de la humildad. No fue sino hasta el final de un sendero largo, lleno de derrotas y humillaciones, y después del aniquilamiento de nuestra auto-suficiencia, que empezamos a sentir la humildad como realmente es, y no como un estado de humillación servil. A cada miembro se A.A. se le dice que esta admisión humilde de su impotencia con el alcohol, es el primer paso hacia su liberación de la esclavitud y él mismo llega a darse cuenta pronto de eso.
10Así es, por necesidad como nos enfrentanos a la humildad por vez primera. Pero esto es solo el principio. Para alejarnos por completo de nuestro rechazo a la idea de ser humildes, para poder considerar a la humildad como camino a la verdadera libertad del espíritu, y estar dispuestos a adquirir mas humildad como algo deseable en sí, la mayoría necesitaremos mucho tiempo. No se puede cambiar de repente el rumbo de toda una vida que ha girado siempre alrededor de uno mismo. Al principio, la rebeldía obstaculiza todos nuestros pasos.
11Cuando una vez admitimos sin reservas nuestra impotencia con el alcohol, tal vez hayamos suspirado con alivio y exclamado: “Gracias a Dios que ya pasó todo, ya no tendré que volver a pasar por lo mismo” Entonces nos damos cuenta a veces con cierta alarma que esto es solamente el principio del camino que estamos corriendo. Todavía espoleados por la necesidad, abordamos renuentemente aquellos defectos graves de carácter que nos convirtieron en “bebedores-problema” y otros que habrá que atacar para evitar regresar a la situación anterior. Queremos librarnos de algunos de estos defectos, pero en algunos casos parecerá una tarea inalcanzable ante la que retrocederemos. Nos aferramos con una insistencia apasionada a algunos defectos que perturban nuestro equilibrio, porque todavía gozamos con ellos.
12¿Cómo podemos hacer acopio de la resolución necesaria para librarnos de esos deseos y compulsiones tan abrumadoras? Otra vez la experiencia de A.A. nos impulsa a la conclusión inevitable a lo que hasta aquí hemos llegado: De que tenemos que esforzarnos con buena voluntad, o caeremos en el camino por donde vamos. En esta etapa de nuestro progreso, estamos fuertemente presionados y restringidos en nuestros esfuerzos para obrar como es debido. Estamos obligados a escoger entre el dolor que produce el tratar de hacerlo, o el castigo que resultara si no lo hacemos. Estos pasos iniciales es este camino los damos a regañadientes, pero los damos. Tal vez todavía no tengamos una opinión halagadora de lo que la humildad significa como una virtud personal deseable; pero reconocemos que es una ayuda necesaria para nuestra superviviencia.
13Cuando hemos mirado de frente a algunos de estos defectos, cuando los hemos discutido con otra persona, y cuando hemos estado dispuestos a que Dios nos librara de ellos, nuestra manera de pensar sobre la humildad empieza a tener un significado más amplio. Lo más probable es que para entonces ya hayamos logrado librarnos en cierto grado, de los más devastadores de nuestros obstáculos. Ya gozamos de momentos en los que hay algo que se parece a la tranquilidad del ánimo. Esta recién descubierta tranquilidad es un regalo inapreciable para nosotros los que hasta entonces, solamente habíamos sabido de agitación, depresión y ansiedad. Se ha gandao algo más, en tanto que antes se había menospreciado la humildad, ahora se le empieza a considerar como un ingrediente muy importante para poder disfrutar de la serenidad.
14Esta percepción más desarrollada de la humildad pone en marcha otro cambio en nuestro punto de vista. Empezamos a abrir los ojos a los valores inmensos que ahora ya podemos percibir, porque el ego ha sido desinflado. Hasta hace poco nuestras vidas estaban dedicadas en parte, a huir del dolor y de los problemas. Huímos de ellos como de la peste. Nunca queríamos tener nada que ver con el hecho del sufrimiento. La fuga por conducto de la botella, era nuestra solución. El desarrollo del carácter, por medio del sufrimiento podría estar bien para los santos, pero no para nosotros. No nos atraía la idea.
15Miramos a nuestro alrededor y escuchábamos como por todas partes sucedían fracasos y desgracias, transformadas en bienes inapreciables, por la humildad. Entonces en A.A. escuchamos una y otra narración de como la humildad había sacado fuerzas de la debilidad. En cada caso el comienzo de una vida nueva había sido pagada con dolor. Pero a cambio de ese pago, se había recibido más de lo que se esperaba. Adquirimos una dosis de humildad que pronto descubrimos que curaba el dolor. Empezamos a temerle menos al dolor, y a desear tener humildad más que nunca.
16Durante el proceso de aprender más acerca de la humildad, el resultado significativo que obtuvimos fue, el cambio de nuestra actitud hacia Dios. Y esto fue así para los creyentes y no creyentes. Empezamos a superar la idea que teníamos de que el Poder Superior era algo remoto al que solamente se acude a El, en caso de emergencia. Se empezó a desvanecer la idea que teníamos de que podríamos seguir viviendo nuestras propias vidas ayudados por Dios, pero de vez en cuando. Muchos de nosotros que habíamos creído ser devotos, despertamos a la realidad de que era limitada nuestra situación en ese sentido. Nos habíamos privado de la ayuda de Dios al negarnos a ponerlo en primer lugar. Las palabras “Yo solo no soy nada, el Padre dispone” empezaron a tener mas significado y a hacernos entrever promesas brillantes.
17Nos dimos cuenta que no era necesario estar siempre apaleados y abatidos por la humildad. Podríamos alcanzarla tanto de un modo o de otro, con nuestra buena voluntad de practicarla o con el sufrimiento que no espera recompensa. Fue determinante aquel momento de nuestras vidas cuando empezamos a procurar humildad, no como una obligación, sino como algo que realmente deseábamos conservar. En ese momento empezamos a darnos cuenta de todo lo que encierra el Séptimo Paso: “Humildemente le pedimos a Dios que nos librara de nuestros defectos”.
18Al acercarnos a lo que en realidad es dar el Séptimo Paso, estaría bien que nosostros los A.A. averiguáramos cuales son exactamente nuestros objetivos mas profundos. Cada uno de nosotros quisiera vivir en paz con sí mismo y con los demás. Quisiéramos estar seguros de que la gracia de Dios puede hacer por nosotros lo que no podemos hacer solos. Hemos visto que los defectos basados en deseos indignos o miopes, son los obstáculos que estorban en nuestro camino a esos buenos deseos. Ahora vemos claramente que hemos tenido exigencias irrazonables para con nosotros, para con los demás y para con Dios.
19El principal causante de nuestros defectos, ha sido el miedo que está en nosotros. Miedo de perder algo que ya teníamos o de no obtener algo que exigíamos. Viviendo a base de exigencias no satisfechas, estábamos en un contínuo estado de perturbación y frustración. Por consiguiente, era indispensable si queríamos disfrutar algún grado de tranquilidad, reducir nuestras exigencias.Cualquiera sabe la diferencia que hay entre una exigencia y una petición.
20Es en el Séptimo Paso donde al cambiar nuestra actitud podemos con la humildad como guía, salir de nosotros mismos para ir con Dios y con los demás. A través de todo el Séptimo Paso se nos hace hincapié en la humildad. En realidad se nos dice que debemos estar dispuestos a tratar de librarnos de nuestros defectos por medio de la humildad, en la misma forma que admitimos que éramos impotentes con el alcohol, y que llegamos al convencimiento de que solamente un Poder Superior podría devolvernos el sano juicio. Si ese grado de humildad nos ha podido ayudar a encontrar la gracia por la que se ha sido posible desterrar esa mortal obsesión, entonces debe haber esperanzas de obtener el mismo resultado en lo que respecta a cualquier otro problema que pudiérmos tener.